domingo, 8 de junio de 2008

(019) La Partida de la Llegada

Esa luz que llamaba mi atención, continuaba ahí, en el espejo retrovisor, y ese sonido, tan claro y fuerte que retumbaba en mi cabeza... no dejaba de molestarme e inquietarme. A pesar de que continuaba alejándome del lugar, ese resplandor, que veía por los tres espejos retrovisores, me impresionaba.

Debía llegar a tiempo, siempre había tenido problemas con el reloj, siempre se me adelantaba, pero no en esta oportunidad, no en este día.

Hoy es un día tan especial, que debo ganarle a la manecilla del reloj, no puede ser que nunca pueda con ella, e indudablemente todo es psíquico, es cuestión de ponerse en actitud mental positiva, y con ello poder lograr lo deseado. Todavía recuerdo cuando mi padre me decía: -“Querer es poder”.

¡Qué famosa frase, y cuán cierta!

Por lo tanto, y más en un día como el de hoy, es que debo poder hacer lo que tanto anhelo y lo que he querido desde que tengo uso de razón. Hoy voy a ser padre,...sí,...papá. Se me cae la baba de tan sólo decirlo. Es el por qué de mi existencia, y el que deba estar ahí, junto a mi mujer en este momento tan especial de mi vida.

¿Casado? Qué importa la condición civil, si uno es feliz. Eso es solamente papeleo burocrático, una forma más de incidir en la naturaleza. ¿Es acaso que los animales, libres en la pradera, necesitan papeleo para procrear y continuar su evolución, que el hombre detuvo y detiene, con tanta matanza desorganizada y sin algún motivo razonable, más que el de matar por diversión? ¿Diversión? No sé de qué diversión hablamos, cuando limitamos la existencia de alguna especie, que la naturaleza no lo ha hecho.

Y si no lo hizo, su razón tendrá. No estamos acá porque nosotros lo decidimos, la naturaleza lo hizo por nosotros. No, no se lo encomendamos, como la mafia encomienda matar por ellos y esconden la mano.

¿O es acaso que, por introducirnos en el ámbito de esta vida fugaz, temporal, debamos recriminarle y amonestarle eliminándola de la faz de la tierra?

No, eso no es correcto, y si así lo fuera, ¿debemos recriminar y amonestar a nuestros padres eliminándolos de este planeta?

Ellos nos quisieron para que los acompañemos en esta ruta sinuosa, plagada de desencantos y algunas felicidades.

Es por eso, que debo estar presente, en el momento de recibirlo, para que él pueda estar presente al despedirnos.

Aunque, seguía viendo el retrovisor, no podía dejar de pensar en esa luz y en ese sonido que había escuchado. Mi conciencia me hablaba a través de ese ruido ensordecedor.

Mi excitación era tal que no pude evitar volver, así pues detuve el vehículo y decidí poner rumbo hacia esa luz y, aunque pensaba que no iba a llegar a destino en tiempo y forma, tampoco podía dejar a lo que sugería fuese un accidente, del cual había zafado por milímetros. Posiblemente una mala maniobra del auto que venía detrás, y una colisión que sonó muy fuerte.

Mi deber me llamaba y mi conciencia también. Mi juramento hipocrático, al cual me debía, no permitía que hoy, en este día tan especial... no obstante, pudiese ser que no llegara tan rápido, que el parto se demorase un poco.

Estaba llegando a la esquina en cuestión, y realmente se me hacía difícil el acceder a la zona del accidente. Un montón de curiosos se agolpaba alrededor de la escena.

Decidí, aparcar el auto, y continuar a pie. Era tanto el gentío, estaban tan apretados y tan ensimismados, que mis solicitudes por pasar no eran escuchadas.

Hube de comenzar a gritar explicando que era médico y debía auxiliar a aquellas personas. Cuánto más gritaba, más impedían mi paso. ¿Qué poca consideración?, pensé. No es posible que seamos tan egoístas y poco solidarios con la gente que necesita de nuestra ayuda. ¿Es así cómo evolucionamos, sin ninguna clase de sentimientos hacia el prójimo?

Muy lentamente, me iba aproximando al lugar de los hechos, y seguía escuchando ese ruido fuerte en mi conciencia.

El auto, que era el mismo modelo y color del mío, estaba totalmente irreconocible, y parcialmente envuelto en llamas, así también un vehículo de transporte urbano de pasajeros, alguien no había respetado el cartel de “PARE”. La conmoción era tal, que tanto bomberos como personal policíaco, no demostraban interés alguno en cuanta palabra expresaba. ¿Hasta qué punto hemos retrocedido?

Me cansaba de decir que era médico y que movieran lo menos posible al accidentado, pese a que el conductor del automóvil estaba atrapado entre los fierros retorcidos y los bomberos continuaban su labor intentado sacarlo.

Sentí que alguien se acercaba a mí, y me volví instintivamente. Una persona mayor de unos sesenta años aproximadamente, alto, su vestimenta no mostraba demasiado lujo, y con una herida en su cabeza, me solicitó que fuese a ver a su compañera, que estaba sentada en el vehículo de transporte y había resultado lastimada. No pude más que revisarle la herida y responderle que se hiciera ver por los técnicos de la ambulancia especializada y esperara a que sacaran al hombre del auto, que indudablemente, necesitaba urgente atención.

No sé por qué le contesté eso y una ráfaga de estupidez cruzó por mi mente al intentar ver las placas del automóvil. ¿Intentaba tomar nota para jugarle a la quiniela? ¿Debía estar chocheando?

El hombre en cuestión hizo caso omiso a mi recomendación y dijo que su herida no era importante e insistía en que revisara a su compañera.

En tanto que lo hacía, y yo seguía observando la placa, un estado aletargado comenzó a apoderarse de mí, y perdí la noción del tiempo y del lugar.

Al reaccionar vi a mi señora y a mi hijo, en sus brazos, en un campo verde, solitario y especialmente tranquilo, observando un letrero tendido en el césped, el cual decía: “De su señora y su hijo, que llegó, en el momento en que él se fue”

Ahora comprendía bien, los números de la matrícula, que tanto llamaban mi atención, eran los míos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Es una historia triste...pero probable, y más en este mundo de histeria en el que vivimos corriendo, y nadie mira hacia un lado, a quén está a su lado.
Aunque el desenlace es en parte previsible, el lector se mantiene a la espectativa de que no sea como lo espera.

Datos del Autor

Mi foto
Nacio el 28 de septiembre en Montevideo, Uruguay. Ha publicado historias con el "nick" de Rosa M. Medina; y, terceros han publicado parte de sus poemas en "El Vocero" de San Juan, Puerto Rico. Estuvo viviendo en San Juan, Puerto Rico; y Loiza, Puerto Rico. Actualmente reside en Montevideo.