viernes, 20 de julio de 2012

LA ÚLTIMA TENTACIÓN DE C…, J. L. (Parte II)

Él le entregó un escrito para que lo leyera esperando que la hiciera reaccionar de alguna manera y esperó.
No hubo noticias y al día siguiente hizo lo que todos los demás días. Se levantó a las 6.45 AM, se duchó y se preparó el mate, una costumbre muy uruguaya; luego se dirigió hacia su trabajo.
Llegó y se dispuso a abrir el puesto de venta de ropa femenina. El viento frío azotaba las ramas de los árboles y sus hojas caían en la vereda intentando guarnecerse entre los puestos.
Ojos que miran costuras, mochilas rosadas cansadas y sombrías, manos que acarician texturas, cabellos que vuelan al ritmo de la rutina, narices frías que van y vienen. No hubo labios “Mona Lisa” finos, delicados, apenas sonrientes y decididos.
Él intentaba ser objetivo, pero, indudablemente su objetivo pasaba por las mañanas y la extrañaba por las tardes cuando pasaba sola o con sus amigas o, apenas adivinando, sus compañeras de trabajo. También comprendía que el cambio de horario transformó la calle en un agujero negro y prefería extrañarla a que le sucediera algo.
Iba oscureciendo el día y el ánimo, sin embargo su optimismo se mantuvo intacto como desde hacia tiempo atrás. Eso lo ayudaba a continuar y como aprendió en la isla: “P’atrás ni pa’coger impulso, siempre p’alante”.
Él había publicado, unos años antes, un artículo en un periódico de Puerto Rico que las personas son como paquetes de regalo, con un hermoso papel por fuera y un rizado moño que adorna su presentación, pero, cuando uno abre el paquete y está vacío indudablemente decepciona a quien lo recibe y abre.
En su pálpito no esperaba un paquete vacío.
Se acostó y no podía conciliar el sueño.
- Lo cierto es que me ha quitado el sueño — Pensó mirando el cielo sin estrellas de la habitación. — ¿Me lo devolverá en algún momento?
- Es indudable que conoce bien el arte de la seducción como el pescador su oficio. Sabe cuando tirar de la línea y cuando aflojar de la misma para clavar más el anzuelo, que muerdo con ahínco para no soltarme de ella. — Siguió reflexionando en el silencio de la noche perturbado por algún insecto volador. — Por más que no importa cuanto te aferres a algo, puede que igual lo pierdas y luego, cuando sucede, te das cuenta de lo mucho que perdiste.
———
Nuevamente el celular se desperezó a la misma hora de siempre y realizó sus tareas habituales de los días laborales.
Él se ubicó al costado del árbol con su pierna apoyada en él y ensimismado en su mate y en la apertura del local de la esquina, sin reparar en que ella se acercaba como nunca antes lo había hecho.
Cuando la vio, sintió una extraña sensación que nunca había experimentado, pues se le había congelado el corazón y, al mismo tiempo, increíblemente se iba derritiendo a medida que ella caminaba, con más estilo, lentamente hacia él. Ya no podía negar que su gusto por ella iba “in crescendo” y provocando una revolución hormonal.
Lo fascinó verla caminar más altiva, como una mujer que no tiene absolutamente nada que envidiar de nadie, como toda una Reina, al momento en que se preguntaba si le permitiría ser su Rey o, al menos, su súbdito. Indudablemente tuvo deseos desenfrenados de ponerse a sus pies en reverencia a su Majestad y adorarla, si bien había gente en los alrededores, a él no le importaba los demás.
Es cierto, ella ha pasado más lento que de costumbre, pero no ha querido obligarla a detenerse ya que iría rumbo a su trabajo, y él nunca ha obligado a nadie a hacer algo en contra de su voluntad ni nunca lo hará porque sus principios no son negociables.
Titubeando le saludó con un buen día que le fue correspondido.
Reaccionó tarde y preguntó:
- ¿Tu opinión? — Inquirió con voz temerosa que no le contestara.
- Está bueno. — Contestó ella, apenas deteniendo su sutil andar y girando sobre sí misma con tanta personalidad que él sintió que su corazón se atoraba en su garganta e intentó volverlo a su lugar con mucha dificultad, tragándoselo.
Al final del día se sentó y abrió su “laptop” para transcribir las palabras que había estado votimando su bolígrafo en el puesto, mientras escuchaba “oldies” románticos. Era incuestionable que era momento de dejar de escribir y empezar a dibujar. Dibujar la silueta del rostro de ella con sus manos desnudas y sentir el terciopelo de su tez.
Sabía que los mártires de Chicago no le permitirían verla el próximo día y, no obstante, ella sabía algo de él, esperaba que le hubieran surgido incógnitas como a él.
FIN DE LA PARTE II

LA ÚLTIMA TENTACIÓN DE C…, J. L. (Última Parte) (III)

Nuevamente, él le entregó un escrito, aunque sabía muy bien que nunca le respondería, pero le agradecía que hacía cinco años o más que no escribía.
- ¿Cuándo sacarás este pez del agua fría y oscura para iluminarme con el brillo de tus ojos y entibiarme con el calor de tus labios “Mona Lisa” o como un mal pescador dejarás libre a tu presa? ¿Trabajarás en el Banco de Previsión Social o en el Sindicato? — Pensó, recordando aquella alusión al oficio del pescador, luego de que ella había pasado como todas las mañanas alrededor de las 10 más o menos a prisa.
Que ella siempre lo sorprende no es novedad. Era lunes, el día estaba finalizando y su labor también. Él se disponía a retirarse luego de haber cerrado el local quedando una tenue luz de cien vatios, cuando escucha una conversación con una voz que siempre esperaba oír.
Ella venia del brazo de otra chica y su rostro parecía tener un dejo de dolor por lo que él, sintió una brisa de amargura en sus ojos debido a su actual “filosofía de vida”. Pero no podía hablarle, ni ayudarle, ni saludarla porque no quería comprometerla puesto que no sabía quien era la persona que la acompañaba y si lo hacia podía herirla con algún problema y él se hubiese sentido herido mucho más. “Cuánto más hieras a una persona, más te herirás a ti mismo”, señalaba.
El martes a la mañana esperó que pasara para preguntarle si se encontraba bien, pero ella pasó y con una amplia sonrisa que lo cautivó, le respondió los buenos días. En ese instante supo que solamente se debió a algunos tacos algo altos y también le respondió la sonrisa, ahora más tranquilo.
Había aprendido su filosofía de vida durante los últimos años, asimilándola para sí y para enseñarla a los demás. Así como la risa, la felicidad que todos queremos la podemos hallar si logramos encontrarla en el prójimo. Si uno quiere, puede lograr la risa en los demás.
Esta filosofía cumple un rol más importante en la pareja, en donde se debe ver, por sí mismos y, más que verlo o darse cuenta, sentirlo hasta el punto de formar parte de tu piel. La había desarrollado en la isla y comenzaba a sentirla cada vez más fuerte. Su sensibilidad había aumentado desde entonces y también su felicidad, lo que lo alentaba a enseñarlo a los que estimaba. La consistencia de la teoría es en buscar la felicidad en la de los demás y sobre todo en tu pareja, o sea: “cuánto más feliz sea tu pareja, más feliz serás”, “cuánto más ría tu pareja, más reirás”, “cuánto más sincero seas con tu pareja, más sinceros serán contigo”, “cuánto más disfrute o goce tu pareja, más disfrutarás o gozarás”, pero “cuánto más sufra tu pareja, más sufrirás”.
Ahora, las dos partes deben entregarse por igual y el mejor ejemplo sería un papel de lija con un bolígrafo, indudablemente que el bolígrafo sufriría; o un papel delicado con un bolígrafo que no funciona y, en esta ocasión, el papel sufrirá tanto que se rasgará. Asimismo, el papel que el bolígrafo borronea tanto que, al final, se debe tirar el papel y se debe tomar uno nuevo. Lo ideal es que ambos, tanto papel como bolígrafo, armonicen desde el principio hasta el punto de que no exista ruptura en ninguno de los dos, porque luego de uno de esos momentos, cualquiera se puede romper con poca presión.
El viernes, ella pasó y lo saludó como de costumbre, pero una brisa de amargura cruzó por él. Ella parecía estar pasando por momentos de infelicidad y él lo sentía desde que ella, cuando se abrió el puesto allá por febrero, le miraba de reojo.
Nunca se llegaron a preguntar si podía existir una relación temporal o prolongada, pero era una pregunta que él había dejado de hacérsela a sí mismo porque su experiencia le indica que sólo el tiempo y la armonía, entre ambos, puede contestarla.
Pasaron algunos días en que un problema de salud no permitió que se vieran.
Una mañana se volvieron a encontrar, él la miró y le invitó a tomar una taza de café para comenzar nuevamente una nueva amistad; ella, emocionada y con su sonrisa “Mona Lisa” respondió:
- Está bien, pero yo te envío un mensaje al celular cuando vaya a salir del trabajo. Yo tengo tu número.
- Bien. – contestó y agregó – Así yo podré cerrar con tiempo y no hacerte esperar.
Llegada la hora se encontraron en un bar cercano que tenía una luz mortecina debido, posiblemente, a las restricciones energéticas que vivía el país por la sequía.
Comenzaron a dialogar y no advirtieron la presencia del mozo que esperaba impaciente y, luego de carraspear, les tomó la orden. Ella pidió una soda y él un café en vaso, grande, negro pero suave.
Durante la breve estadía ella lo observaba y escuchaba atentamente, aunque sus manos no dejaban de moverse con un dejo de nerviosismo. Al advertir su inquietud, él tomó su mano suavemente y, dulcemente, para tranquilizarla le dijo:
- No tenés por qué preocuparte, Mónica. Todo saldrá bien, sé positiva y se te abrirán las puertas a un mundo diferente.
Ella, nuevamente con su particular mirada tierna, oprimió levemente su mano.
Se levantaron y se retiraron del café, ubicado en la esquina de una Avenida del centro de la metrópoli, callados, ya estaba todo dicho.
Él interrumpió el silencio:
- Mira, mejor no te acompaño. No quiero comprometerte. Sabes bien que no quiero lastimarte.
Dulcemente, ella respondió:
- Ya no importa.
Ella comenzaba a sentir su filosofía de vida, y él… la ejercitaba con la mirada más tierna que había buscado con ahínco durante toda su vida.
FIN
(Dijo la escritora norteamericana J. McLaughlin: “In Arithmetic of… …one plus one is everything, two less one is nothing.”)

Datos del Autor

Mi foto
Nacio el 28 de septiembre en Montevideo, Uruguay. Ha publicado historias con el "nick" de Rosa M. Medina; y, terceros han publicado parte de sus poemas en "El Vocero" de San Juan, Puerto Rico. Estuvo viviendo en San Juan, Puerto Rico; y Loiza, Puerto Rico. Actualmente reside en Montevideo.