miércoles, 2 de enero de 2008

(011) El Péndulo

O. V. N. I. (Objeto Volador No Identificado) ó en inglés U. F. O. (Unindentified Flying Object) o como le quieran llamar; el hecho es que hace unos 10 años, o sea desde 1986, han sobrevolado la República Argentina; un gran país al sur del continente americano, rico en campos fértiles, ganado y otros productos que no vienen al caso. La frecuencia fue creciendo, y las apariciones han sido constantes, a diferencia de: ubicación, formación, cantidad de objetos, velocidad, etc.

Varias personas han realizado las denuncias de avistamiento sobre diferentes ciudades: Mar del Plata, Neuquén, Carlos Paz, e incluso Buenos Aires. Otras personas creen haber avistado, pero, muy vagamente recuerdan y cuando lo hacen, hablan de blancas luces brillantes, y otros delirios.

Este es el caso de José, un campesino del Gran Buenos Aires, en las afueras de la Capital Federal. Él comenzó con sueños extraños, por lo que visitó a un psicólogo.

El psicólogo, de un aspecto impresionante, era algo delgado, y totalmente calvo. Su cabeza, tenía una desproporción con respecto al cuerpo, era un poco más grande; en su frente, lucía tres cicatrices aparentemente recientes, una al lado de la otra, de aproximadamente tres centímetros de longitud. Sus manos, extrañamente formadas, finalizaban en extremidades algo más largas de lo normal; y aunque su estatura no superaba el metro sesenta, parecía mucho más alto.

Éste, al notar que no podía llegar al subconsciente del campesino, decidió utilizar la hipnosis como método.

En una de las visitas del campesino, se dirigió a su escritorio, situado a un lado de la habitación, y siendo punto final de una pared con una serie de cuadros, enmarcados con láminas de oro, de sus diplomas. Esto deslumbraba a quien entrara al despacho.

Del escritorio extrajo de uno de sus cajones un collar, del cual colgaba una extraña moneda de tres caras con forma piramidal; en cada uno de sus lados se podían apreciar: un ojo cerrado, un ave, y por último, una estrella brillando.

Se dirigió hacia el campesino que estaba recostado en un sillón de roble y cuero, relleno en lana de cabra, dando punto final a otra pared de diplomas, enfrentada a la anterior.

Le solicitó al campesino que reposara tranquilamente, que observara el péndulo con atención y que concentrara su vista en el dibujo del ojo. El campesino siguió las instrucciones al pie de la letra.

Al cabo de unos instantes, vio brillar la imagen y, la misma se apoderó de su mente. Literalmente, la imagen salió del péndulo, se situó en la frente del campesino y el ojo, que parecía dormido, se abrió. En ese momento, una luz intensa se proyectó del mismo hacia la pared, junto a la puerta de acceso, que no presentaba nada, ni una mancha, ni un rayón, ni un clavo.

La pared pareció desvanecerse en el aire, y en su lugar, se veía una localidad, cerca de una gran urbe, y en un camino de tierra, que parecía no tener fin, el campesino caminaba, a primeras horas de la noche, de regreso a casa.

De pronto, el sitio se iluminó, de tal forma que el campesino al mirar el origen del foco, se encegueció momentáneamente, quedó extasiado y comenzó a levitar. Él no notaba su ascenso, al contrario de lo que sucedía, pensaba que iba en dirección opuesta. Al atenuarse la luz, se vio en una especie de corredor circular, en el que sentía que una cinta transportadora, le guiaba hacia un nuevo lugar intensamente iluminado. A su ingreso, pasó por infinidad de camas ocupadas por seres humanos; lo ubicaron en una de ellas, al lado de dos que conocía bien, y una que ya había visto, pero no podía recordar ninguno de sus nombres.

Nuevamente en el despacho, la pared comenzaba a materializarse, y la segunda imagen, el ave, comenzó a brillar, salió del péndulo y se situó en la frente del campesino. Al abrir los ojos se encontró en su casa del campo, al reconocer el lugar, la ansiedad lo invadió totalmente y decidió mudarse a un apartamento en la ciudad.

Luego de tres semanas, y entristecido por la memoria de su parcela natal, comenzó a sentir un calor interno, un calor que lo quemaba, y salió al balcón en busca de fresco; era invierno y había llovido debido al intenso frío. Apoyado en la baranda vio una luz brillar a lo lejos, que crecía cada vez más; tenía la forma de la tercer imagen del péndulo, una estrella brillando, y se había instalado en su frente. Los recuerdos se apoderaron de su presente, y oyendo las voces de esas tres personas, que había visto con anterioridad incluyendo las de sus familiares que tanto había querido, fue en busca de ellos.

Al poco rato, dos patrulleros y una emergencia móvil se hicieron presentes al pie del edificio. Una persona de unos cuarenta y tantos años, yacía sin vida en la vereda, con el cráneo partido en tres; y en su mano izquierda, entre cada uno de sus nudillos se distinguen tres imágenes encerradas en tres triángulos: un ojo cerrado, un ave y una estrella brillando.

La última línea del informe, del médico forense, dice: "Las mismas características que los casos: OLMEDO, CANIGGIA, y SIMMONS [1]".



[1] Nota del Autor: "El Sr. Alberto Olmedo, la señora de Caniggia y el Sr. Leonardo Simmons, fueron casos verídicos y archivados bajo el rótulo de suicidio. Todos ellos se arrojaron al vacío desde el balcón de sus respectivos apartamentos. Todo lo anteriormente dicho en el cuento es ficticio. Este cuento, sólo quiso ser un homenaje de despedida para aquellas personas que, en vida, marcaron un rumbo en nuestros corazones".

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Datos del Autor

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Nacio el 28 de septiembre en Montevideo, Uruguay. Ha publicado historias con el "nick" de Rosa M. Medina; y, terceros han publicado parte de sus poemas en "El Vocero" de San Juan, Puerto Rico. Estuvo viviendo en San Juan, Puerto Rico; y Loiza, Puerto Rico. Actualmente reside en Montevideo.